sábado, 23 de julio de 2011

VENDETTA: Matanza de gatas.

Hoy, a pesar del optimismo envidiable que me caracteriza, tuve pensamientos bastante oscuros. Mientras manejaba por la playa dirigiéndome a un almuerzo familiar que terminaría disfrutando más de lo que pensé, una frase muy precisa, incisiva diría yo, atacó mi mente: “las mataría a todas, las mataría con mis propias manos”.  Me sorprendió lo loca que sonaba, lo horrible que sería si yo llegara a publicar esta frase en mi Facebook. Probablemente sería la confirmación para muchos de que algo en mi está un poco cu-cu.
Pero no pude evitarlo. Creo que se me han cruzado ya bastante en el camino para no haber desarrollado este sentimiento. Me refiero a las gatas…ahhh si, las detesto. Lo peor del caso es que creo que estoy un poco paranoica porque siento sinceramente que me persiguen. En realidad los que me persiguen son los ex dueños de gatas. Ellos llegan a mi vida siempre con rastros todavía de sus pelos gatunos en la ropa, esos pelos que solo los que tienen anticuerpos pueden llegar a soportar sin enfermarse.
Esta especie se caracteriza por su inmenso egoísmo, deslealtad y su poder de seducción. Son capaces de arañar la mano de quien las alimenta una y otra vez al ritmo de su antojo, incluso solo por jugar. A simple vista no son muy atractivas pero sus movimientos pueden seducir a cualquier inexperto. Ellas se muestran interesantes, independientes pero cariñosas con sus dueños. Ellos las acarician, las alimentan, las protegen. De pronto un día las ves mirando por la ventana, distantes y ditraídas. ¡Mucha atención con esta actitud caballeros pues lo que sigue es un ataque brutal y despiadado! Toman el corazón de sus dueños y lo traicionan una y otra vez. Luego lamen sus patitas ensangrentadas y casi sin dejar rastro evidente de sus actos salen por la ventana sin mirar atrás.
Pero si te ha pasado, no estés triste, ni una lágrima al suelo aun, porque posiblemente volverá un par de veces más a repetir el plato hasta que encuentre alguien más que la alimente con eso que tú le das.  Ten especial cuidado si eres muy distraído; pueden incluso después de todo eso dejarte una cría que alimentar.
Lo lamentable del asunto es que estas gatas son capaces de convertir a hombres cálidos, buenos y por demás generosos en personas melancólicas, asustadas, a veces dependientes y en los casos más severos incapaces de volverse a enamorar. A más bueno el hombre más profundo el daño, porque los buenos tienen el corazón más tierno, jugoso y expuesto.
Los ex dueños luego de varios enfrentamientos con la gata del mal, lavan las heridas con mucho alcohol. Al poco tiempo el vacío los confunde y creen haber aprendido la lección y adivinen qué, salen rápidamente a buscar lo que consideran la solución: Una perra.
Si es una perra callejera el desencanto será terrible e inmediato y en cuestión de horas la dejará a su suerte donde la encontró. Pero la perra callejera sabe que nadie es su dueño, sale ilesa y se va. En cambio si es una perra de raza y fiel, mucho cuidado porque las consecuencias serán más difíciles de manejar.
El ex dueño quedará inicialmente encantado por la fidelidad y cariño que de pronto recibe tan abiertamente de la perrita. Pero como no está acostumbrado a los buenos tratos pronto se sentirá agobiado por sus ganas de jugar y aburrido de su presencia constante e incondicional. Luego  observará a su nueva compañera con cierta desconfianza esperando que se comporte como una gata. A veces secretamente deseará también que se mueva como una gata, incluso que se vea como una gata. Entonces finalmente un día él abrirá la puerta de su casa y le dirá: vete eres libre, yo no soy bueno para ti. La perra obediente lo mirará fijamente a los ojos y con pena hará lo indicado. Él se sentirá aún más vacío, más confundido y algo culpable, pero no por mucho porque sabe que con seguridad alguien más se ocupará de la linda y amorosa cachorra.
Sinceramente yo, que más bien soy el bando canino, pienso que no está en el ADN del género femenino traicionar a quienes amamos. Uno simplemente no traiciona lo que ama. La hembra sana y feliz un nunca muerde la mano que la alimenta. Pero efectivamente, tal vez no sea un tema de género sino de especie.
La pregunta que cabe es: ¿Puede un hombre de gatos cambiar sus preferencias? Yo quisiera que sí, pero en mi experiencia pienso que no. Lo que recomiendo es que por lo menos aprendan a asegurar bien sus ventanas para que no puedan entrar y salir cada que les dé la gana de sus vidas. Y para los avezados les digo, si insistes en tener una gata mantengan cierta distancia, denles poco de comer, sáquenle las uñas y esterilícenlas. Sólo así estarán seguros de que estarán para siempre. Lo peor que puede pasar es que la felina gane un poco de peso, porque lo que no mata engorda y si finalmente las quieres matar, yo encantada puedo ayudar.

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