Noticia de último minuto (JA): soy adicta a la heroína del maldito amor. Un mal común. Soy el tipo de persona que es feliz cuando tiene a alguien a quien querer. Y ahora me toca vivir en abstinencia por voluntad semi-propia (mitad convicción, mitad qué me queda), con todos los síntomas que eso trae como consecuencia. La verdad se me hace difícil porque donde voy siempre hay un generoso dealer dispuesto a ayudar y si se me ocurre, con mucha dificultad, tratar de rechazarlo me pintan que lo que él tiene es lo mejor que haya probado jamás. Y como no tengo nada que perder siempre tiendo a intentar.
En este punto ustedes deben estar pensado: pobre mujer, es una dependiente crónica, pero se equivocan. La gente siempre dice que uno TIENE que estar solo para conocerse a sí mismo, para ser independiente. Yo les digo: BULLSHIT.
Yo he tenido novios, enamorados de años, salientes, giles, amigos con algún derecho, (a todos ellos vamos a denominarlos los innombrables) por mucho tiempo. Y como yo me conozco muy bien es imposible que alguien trate de convencerme de que me conozco menos a mi misma por haber estado con ellos. Estar con alguien no significa vivir la vida del otro. Si uno es suficientemente inteligente lo que saca de las relaciones son un montón de cosas positivas que te nutren y te ayudan a crecer. Pero nada tiene que ver con la perdida de independencia. Yo siempre he tenido mis opiniones y sentimientos muy claros de las cosas y las he podido compartir con los innombrables y crecer con ellos sin dejar de ser yo. Así que no hay que escudar la falta de independencia y de personalidad en los otros. Todo lo contrario, ellos son un aporte.
En estas cosas del amor, el que se pica pierde, no avanza, ni crece. No es obligatorio que la gente se enamore de nosotros no importa que tan maravillosos creamos que somos, o incluso que seamos. Tampoco el desamor de alguien puede modificar la imagen que tenemos de nosotros mismos y hay que ser muy astutos para no dejarnos afectar demasiado pero si escuchar y valorar lo que tienen que decir aquellos que nos chotean.
Nos podemos desilusionar, pero no nos podemos resentir. Es muy ególatra. Los ex merecen como mínimo nuestro respeto y gratitud por el tiempo, la intimidad, las ilusiones que compartieron con nosotros. Así que no se piquen, simplemente a veces toca pasarlo mal para volvernos mejores.
Ahora es cierto que hay que prestar atención cuando tenemos problemas recurrentes de selección. Mi debilidad son los corazoncitos rotos. Los parcho y después se van. Pero si se van bien yo me siento bien (claro cuando se me pasa la ira) y creo que es por eso tengo, diría yo, excelentes post-relaciones con mis innombrables. Pero señores…SE ME ACABO EL HILO. Ayer fui al faro de Miraflores y tire el costurero al mar. Bienvenidos sean más adelante los que quieran dar y recibir, sin preocuparse por las yayas que otras ñañas les hayan hecho en el pasado.
No sé porqué a algunos se les da por desquitarse con la nueva víctima y arrastran la miseria para que los acompañe en su nueva relación. Esto no es solo injusto e inmaduro, sino completamente una pérdida de tiempo para los demás. Lo digo por experiencia: lo que empieza mal, termina mal.
Aquí quiero mencionar a los “amores de la vida”. La gente ve mucha tele, muchas películas románticas, sobre todo nosotras las mujeres. Tomate un segundo para preguntarte ¿Quién es el amor de tu vida? A ver, a ver…
Pues NO. El amor de tu vida es el que estará a tu lado el último día de tu vida. Eso se dará seguro si tienes las riendas de tu vida. ¿Cómo vas a decir que fulana o mengano es el amor de tu vida, si está con otro mientras tú estás contando tu triste historia? No seamos dramáticos con ese rollo tan fatalista y ultravalorado.
Por el momento yo trataré de canalizar mi cariño en asuntos más productivos. Si toco fondo con el síndrome de abstinencia me compraré un perro (esos casi siempre se quedan). Y a disfrutar de la soltería mientras tanto porque como dice Chaplin “el tiempo es el mejor autor, siempre encuentra el final perfecto”.
Agradezco especialmente a todos mis innombrables. No me mató ni me maté por ninguno y cada uno me engordó un poquito.

